Fuente: Catholic.net
Autor: Marcelino de Andrés
Ya has descubierto el secreto para ser auténticamente feliz. Ya has visto el camino seguro que te guiará hasta la conquista de esa cumbre. Ya has encontrado el fundamento inquebrantable sobre el que podrás asentar tu dicha perenne. Bien, y ahora..., ¿qué?
Ahora sólo te falta una cosa. Lánzate con decisión a esa gran conquista en tu propia vida. No olvides que eso que buscas se encuentra más cerca de tí de lo que te imaginas. Lo llevas dentro.
¡Ah...! Y recuerda nuestro secreto y sus matices:
La verdadera felicidad (la máxima posible) consiste en poseer a Dios (único Sumo Bien) amándolo sin límites (hasta el extremo del amor).
Seremos de verdad felices sólo cuando comencemos a realizar por amor lo que Dios quiere de nosotros en la vida.
No basta amar a Dios en el cumplimiento de lo que le agrada: hazlo con autenticidad.
Asienta esa felicidad en la roca firme de la fe y de la confianza en Dios.
Descubre a Dios dentro de ti. Llévalo siempre contigo como el mejor amigo. Ámalo como a Él le gusta.
Haciendo eso, puedes vivir tranquilo y totalmente seguro de tu felicidad. Estará asentada sobre el único fundamento imperecedero y eterno: Dios.
Sigue gozando de tus amistades sinceras. Disfruta de la buena salud y del dinero que sin duda te mereces. Goza de la fama que te has conquistado entre la gente. Diviértete sanamente cuanto necesites y puedas.
Pero eso sí, dando ahora, a cada una de esas cosas buenas, su verdadero valor y sentido desde tu amor a Dios.
Si eres capaz de hacerlo, yo no tengo más que decirte. Termina de escribir la conclusión tú mismo. No con palabras, sino con la respuesta de tu vida feliz al reto que han querido ser estas páginas.
¡Vamos! ¿Qué esperas para ser feliz? ¡Empieza ya!
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